ABEL TASMAN NATIONAL PARK. S. Island


Empezamos el día intentando desayunar en Kaiteriteri para coger fuerzas para el largo día que nos espera, pero parece que al ser temporada baja nadie tiene mucha prisa por abrir el negocio. Lo único que hay es la gasolinera y arramplamos con lo poco que hay, un sándwich, un par de muffins y un café caliente. Cuando el barco se acerca a la playa intentamos subir pero la única forma es quitarse los zapatos y meterse en el agua hasta los tobillos, como la idea no nos convence nada, nos hacemos los locos y esperamos hasta que vuelve el conductor y arrima un poco la pasarela para que de un salto y sin mojarnos subamos al barco.
Entre los pasajeros estamos un grupo de turistas y un par de trabajadores que están construyendo una casa en una de las bahías del parque y como el barco es la única forma de llegar, tienen que hacer el recorrido todos los días, estos nos muestran demasiado interés por el paisaje, supongo que hacerlo a diario y ademas para ir a trabajar le quita todo el encanto.
El tour es mas o menos una especie de autobús acuático, tiene un recorrido que va desde Kaiteriteri hasta Tonga Bay y cada uno se va bajando en la parada que le interese, el único añadido es que el capitán para de vez en cuando delante de algún punto significativo y da alguna explicación, principalmente sobre la fauna marítima que puebla el parque. La primera parada es frente a Split Apple Rock, una roca con forma de manzana partida a la mitad y la segunda delante de Adele Island en la que un grupo de pequeñas focas descansan sobre las rocas. Estas islas están consideradas como santuarios e insisten mucho en que si las visitas tengas cuidado de no llevar contigo infiltrado ningún tipo de alimaña o ningún tipo de semilla, ya que están intentando reconstruir el hábitat original de la zona, incluso reintroduciendo algunos pájaros que se habían extinguido en la zona.
La peculiaridad de este parque es que solo se puede disfrutar enteramente desde el agua, ya que aunque también se compone de un bosque selva bastante interesante, su mayor atracción son las playas de perfecta arena.
Al restringir el acceso, se mantienen intactas, con poquisimas casas que el estado ha vendido a un precio estratosférico para financiar el parque, unos cuantos refugios y un Lodge de alto standing en el que es habitual ver llegar a algunos huéspedes en helicóptero.
Los refugios son necesarios para los que se animan a hacer el trekking que cruza el parque de norte a sur, no es muy dificultoso, pero lleva mas o menos cuatro días el terminarlo al completo. Nosotros hacemos mas o menos la mitad de una de las jornadas, un camino de aproximadamente tres horas al borde del mar desde la playa de Bark Bay hasta la de Torrent Bay


Es un recorrido sencillo pero con muchas subidas y bajadas que nos dejan las piernas machacadas. El camino esta medio cortado por desprendimientos o tierras embarradas en algún punto, pero hay que reconocer que salvo esos imprevistos, esta perfectamente señalado y mantenido. La vegetación no es especialmente interesante, aunque se ven arboles de gran tamaño, helechos gigantes y líquenes de diferentes tipos con colores espectaculares.
También puedes encontrar infinidad de pájaros por el camino, aunque la mayoría del tiempo los oyes sin verlos ya que o están camuflados entre las ramas o se suben a las copas de los arboles donde para verles tienes que arriesgarte a romperte el cuello al ser necesario doblar 90º el pescuezo.

Casi al final tenemos que cruzar un puente colgante sobre un rio bastante chulo, y un poco después tras la ultima subida disfrutamos con unas vistas increíbles de nuestro poco saludable almuerzo al borde de un barranco que acaba en la playa donde nos recogerán.
Como nos ha sobrado algo de tiempo, zanganeamos por la arena buscando conchas y alborotando a los pájaros que andan por la zona, ayudamos a sacar unas fotos acrobáticas a un taiwanes y finalmente aparece el barquito que nos llevara al mismo punto donde empezamos a la mañana.

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