LYELL HIGHWAY, Tas

La Lyell Highway cruza Tasmania de Este a Oeste, es una carretera bastante principal que la mayoría del tiempo no lo parece, aunque no tiene demasiado trafico es demasiado estrecha, cruza varios puertos y tiene miles de curvas muy cerradas y con cero visibilidad. Si a eso le añadimos que a lo largo de unos 50 kilometros de montaña esta nevada y con varios accesos cortados, se convierte en poco recomendable, a no ser, que tengas un, recuerda, enooooorme Patrol y estés loco, o al menos seas tan cabezón como para no cambiar de camino por esas pequeñas menudeces que son los puertos cerrados. Así que tras un montón de kilometros entre prados, colinas y algún que otro puente de un solo carril curioso, empieza nuestra subida hacia lo desconocido.
En los primeros kilometros nos cruzamos con un Kookaburra el pájaro insignia de Australia, la mascota del pais sustituyendo a los famosos canguros y koalas en la expo de Shangai.
Al principio no parece para tanto, incluso nos cruzamos con algún que otro coche, pero al rato vemos la película al completo, han pasado los quitanieves, pero la nieve lo esta cubriendo todo de nuevo. El coche va muy bien pero en cuanto te sales de la zona ya pisada por otros, se descontrola si giras el volante patinando hacia el arcén invisible de manera peligrosa.



Hay que admitir que el riesgo lo compensa la vista de los campos nevados o los lagos congelados. En una meseta una enorme águila blanca pasa un par de metros por encima de nuestras cabezas, nos quedamos sin palabras, vuela lenta y majestuosa, aquí es la reina.




Paramos a tomar un café en la única gasolinera abierta del recorrido, son las cuatro y ya están recogiendo, no se espera demasiada gente ya ese día y las cosas pueden ponerse complicadas, en el bar un grupo de trabajadores están comiendo algo y se vuelven, si esta mal para conducir, peor para trabajar.
El gran problema de la tormenta es que los quitanieves han limpiado la carretera principal pero han dejado sin tocar los accesos a las áreas de descanso y los miradores. Hay uno que parece especialmente bonito por su ubicación y nos metemos por una carretera complicada para llegar a el.
El mirador esta junto a un hotel, que esta cerrado, y la verdad tiene un aire ala Overlook, referencia literario-cinéfila pero facilonga. En ese punto se produce uno de los momentos GLUP de nuestros viajes pero salimos del apuro y continuamos.
La carretera cansa por la tensión con la que conducimos, el estar tan atento pasa factura y se cansa todo, desde los brazos hasta los ojos, cuando salimos de la zona nevada, aun sabiendo que queda camino es un alivio, a partir de ahí todo es mas fácil. Empezamos a bajar de las montañas y bordeamos un enorme lago, no paramos porque se esta haciendo de noche y después de un día tan largo, no apetece conducir a oscuras. El ultimo tramo es especialmente dificil, después de dejar atrás el lago subimos un monte por una carretera casi vertical, el pueblo a donde vamos, creemos que esta cerca pero no aparece por ningún lado y se supone que deberían verse las luces aunque sea a lo lejos, pero nada de nada. 
Doblamos una curva y en vez de ver Queenstown, vemos a lo lejos una catarata altísima entre las montañas, tan espectacular que paramos para intentar sacar una foto aprovechando la luz de la luna. Un poco después vemos las luces, justo antes de llegar a un punto de información con un letrero con el nombre de la ciudad desde el que se ve una furgoneta que se ha despeñado por el camino, es un aviso para navegantes ya que desde ahí hasta el pueblo hay muchas y peligrosas curvas a través de un paisaje con aspecto lunar, tan impresionante que al día siguiente volveremos a subir para poder fotografiarlas.

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