La mayoría de la gente lo visita por su multiculturalidad y por ser un barrio bastante cool para hacer compras o salir a cenar, pero yo lo aprovechare para hablaros del timing y de las curiosidades.
Por mucho que nos guste viajar a la aventura y el ir improvisando según el humor con el que te levantas por la mañana, a veces el planificar da buenos resultados. Siempre recomiendo intentar conocer una ciudad durante algún evento especial que saque a la gente a la calle.
Puede que no te de una muestra real de lo que es el pueblo o ciudad, pero si que te permitirá acceder a la gente fuera de la rutina del gris día a día.
Un concierto, unas fiestas locales o unos carnavales visten las calles de colorido, de buen humor, de comida y de gente relacionándose. Así que si el planning os lo permite, aprovechar esas oportunidades.
Sin ir tan a lo grande, todas las ciudades o incluso los barrios tienen un horario en el que vas a tener mas oportunidad de ver la vida que en otros:
El horario de la comida en la zona de las oficinas en NYC, la hora de entrada a trabajar en el metro de Tokyo o la hora de descarga del pescado en según que playa de Senegal.
Esto me lleva a hablar de las curiosidades, cosas que no son por si solas dignas de un viaje o una escapada pero que cuando estas cerca de ellas bien merecen una visita, sobre todo cuando el plan original se tuerce.
Tras dar unas cuantas vueltas viendo plazas en las que apenas había algún grupo de niños vigilados por sus cuidadores y algún jubilado paseando al perro, nos llamo la atención una especie de pasadizo que daba entrada a una enorme plaza interior en algunas de las casa que veiamos.
La manzana entera formaba una gigantesca plaza privada pero al aire libre en la que los vecinos habían construido o habían repartido en diferentes zonas:
Zonas de pic-nic con mesas cubiertas para protegerse del sol y la lluvia, huertas, aparcamientos para bicicletas, una cancha de fútbol y baloncesto e incluso la zona de basuras rodeada de vegetación frondosa para cuidar la estética y disimular el posible olor.
Me llamo mucho la atención este micro-barrio escondido dentro de un barrio que permitirá interrelaciones para los vecinos y zonas seguras de ocio para los chavales.
Eso si, como siempre nos pasa, entramos, curioseamos y cuando quisimos salir empezaron los nervios. La puerta por la que habíamos entrado estaba cerrada con llave y el resto que encontramos también. Y digamos que habiendo entrado en una propiedad privada no estábamos en situación de exigir que nos abrieran así que toco esperar discretamente a que alguien se dirigiera a la salida y sutilmente colarnos por detrás mientras nos miraba con extrañeza.