Cuando llegamos al sitio era todo lo que prometían, un escenario con forma de anfiteatro recortado en el césped en mitad de la nada. Era un parque creado durante la ultima era glacial al borde de un lago en el que en la única colina a la vista aparecía un remonte de esquí que supongo aprovechan durante la temporada de nieve.
Cruzamos la entrada y nos dieron un par de botellas de vino en una bolsa con un par de copas. Curioso, verdad?
Ya había un montón de gente sentada en mesas o en el suelo probando el vino y algo de comida que vendían en unos pequeños puestos o que ellos mismos habían llevado en cestas de pic-nic.
Para completar la escena unos cuantos niños se dedicaban a vender cojines, mantas y ponchos que ayudaran a pasar la velada de Opera, si, de Opera !! Todo muy marciano.
Llegamos a nuestro sitio en medio de las tres mil personas que llenarían el recinto y nos sentamos en unas sillas de playa bajitas pero bastante cómodas. Aunque estábamos un poco lejos se veía muy bien el escenario que estaba cubierto con toneladas de grava y un árbol japones gigante en la mitad. Un poco mas lejos estaba el cobertizo donde se situaban los músicos que ya empezaban a calentar los instrumentos.
Faltaban pocos minutos para que empezara la función y empezó a llover de verdad, no un corto sirimiri, fue una tromba de agua acompañada de rayos y viento. Pero no se movió nadie, claro que tampoco había a donde ir.
Nos cubrimos con los ponchos y aguantamos estoicamente hasta que paro. Poco después salieron los cantantes a escena y fue casi mágico. Tras la lluvia todo estaba listo para disfrutar de Madame Butterfly y para cuando acabo el aria durante el que apareció el séquito que acompañaba al personaje principal por detrás del publico y bajaba por las escaleras todo el mundo ya estaba aplaudiendo entusiasmado.
Ojala el tiempo hubiese acompañado pero no fue así, durante el segundo acto volvió a llover y los artistas siguieron con el show como si no lo notaran, a un nivel excelente, al menos a mi parecer. Debían de estar el doble de incómodos de lo que estábamos los espectadores, a esas alturas encogidos por el frió y con la ropa húmeda por la lluvia. Lo de esa noche fue para premiarles.
A pesar de sus casi tres horas fue muy especial y entretenido, con un coche apareciendo en escena, un helicóptero DE VERDAD sobrevolando el escenario para devolver a Pinkerton a Japón con su en teoría amada, el aria "Un Bel Di" que pone los pelos de punta y un final dramático y emocionante que puso a la gente en pie para ovacionar la sufrida y brillante labor de todos los que habían participado en la representación.
Aquí dejo un par de vídeos, el segundo es un extracto de "Un Bel Di":
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