En uno de esos giros de guión a los que tan acostumbrados estamos en este viaje, decidimos volver a Australia de manera improvisada, un billete barato y un frente frío tienen la culpa. Así que empaquetamos las mochilas y saltamos de isla, de pais e incluso de franja horaria otra vez para conocer Sydney de la que siempre hemos oído maravillas...... y todas se quedaban cortas.
Que maravilla de ciudad, al igual que nos pasa con Miami, tenemos un feeling especial con estas ciudades construidas al borde del mar y que saben aprovecharlo para conseguir zonas de recreo inigualables.
Sydney nos ha fascinado, no tenéis que leer hasta el final para descubrirlo, nos han gustado sus parques llenos de césped perfecto, sus puertos llenos de locales para cenar y su ambiente cosmopolita, con una actitud festiva siete días a la semana, no importa donde estés ni que día sea, Sydney esta lista para entretenerte y hacerte sentir bien.
Y eso que la entrada no fue especialmente buena, el hotel chollo que creíamos tener, no lo es tanto, la ubicación no es demasiado céntrica y esta al borde del barrio chino. La habitación que nos dan es tremendamente siniestra y para llegar al baño pasas un pasillo estrecho de baldosa tremendamente largo y con recovecos, además la habitación no esta higiénicamente comprobada, sin comentarios.
La segunda esta mejor, es bastante amplia pero algún detalle, no puede disimular el que es un dos estrellas raspado.
Como en principio el plan es estar dos o tres días decidimos coger por primera vez un tren turístico descapotado y hacer el papel que nos toca, cámara en mano y listos para ver la ciudad en un día.
Al cabo de un rato nos damos cuenta de que la primera impresión de una ciudad oscura y llena de chiringuitos cutres que habíamos tenido la noche interior era un espejismo, Sydney, por lo menos en los días que pasamos en ella es todo luz. El recorrido que hacemos, nos viene bien para hacernos una idea de que visitar y excepto por unos conductores que van como locos y apenas te dejan ver las cosas la verdad es que el tour es un acierto. Subimos y bajamos multitud de veces la primera vez paramos en Darling Harbour,
dónde pasaremos mucho tiempo en los próximos días, un puertecito rodeado de restaurantes, cines, museos y un aquarium donde da gusto pasear, también salen de aquí muchos tours que recorren las bahías, que van a por ballenas o enormes yates que simplemente dan fiestas para despedidas de solteras.
dónde pasaremos mucho tiempo en los próximos días, un puertecito rodeado de restaurantes, cines, museos y un aquarium donde da gusto pasear, también salen de aquí muchos tours que recorren las bahías, que van a por ballenas o enormes yates que simplemente dan fiestas para despedidas de solteras.
Como el día esta siendo movidito nos sentamos en un parque a tomar un café y comer un sándwich y el flechazo se convierte en amor, es una maravilla los enormes parques integrados en la ciudad entre los edificios de oficinas y los comercios que permiten a los trabajadores que en vez de meterse en un bar a comer apretados, salgan a disfrutar del verde césped y coman apoyados en los arboles o sentados en los bancos disfrutando de alguno de los muchos músicos callejeros que animan el ambiente.
Cuando llega la noche nos damos una vuelta por Chinatown para cenar, la calle principal esta totalmente abarrotada de restaurantes en ambos lados, decenas de camareras intentan llamar tu atención enseñando sus menús como si fueran banderas, elegimos uno al azar y no nos equivocamos, la comida esta buena y no se parece demasiado a la que estamos acostumbrados a encontrar en los restaurantes chinos de nuestra ciudad.
Entre tanto restaurante asoman unas cuantas pastelerías con pinta estupenda, una de ellas de reciente apertura esta continuamente abarrotada y con una enorme cola, no nos queda claro si por la promoción de 2x1 o por que de verdad les entusiasman los dulces.
Paseamos por las callejuelas y vemos unas cuantas tiendas de souvenirs y una en la que venden discos y fotos de artistas que no conseguimos ubicar, todo son grupos de chicos o chicas monisimas que bailan perfectas coreografías al ritmo de música chicle que quizás sea K-Pop, cada uno de los adolescentes que pasa por delante del escaparate se queda hipnotizado.
Otra de las noches nos acercamos a Darling Harbour para disfrutar del espectáculo de fuegos artificiales, el perímetro del puerto esta rodeado por unos escalones que la gente empieza a ocupar cuando todavía queda un buen rato para el show, nosotros vamos a cenar a un restaurante donde nos atiende una italiana loca, cuando nos oye hablar entre nosotros llama a otra camarera que en castellano nos pregunta de donde somos, cuando le decimos que de Donostia alucina, ella es de Azkoitia, se para solo un par de minutos ya que tiene que seguir atendiendo sus mesas pero es tiempo suficiente para decirnos que en Sydney se vive “de puta madre” .
Los fuegos son chulos pero sin emocionar, mira que no vamos a los de la Semana Grande ni por casualidad y aquí estamos, casi en la otra punta del mundo, echando de menos el helado para completar el ritual.
Tan bien lo estamos pasando en la ciudad que decidimos quedarnos otros tres días, pero primero tenemos que cambiar de hotel, ya que los listos del que estamos se quieren aprovechar y clavarnos el doble de lo que estábamos pagando, así que puestos a pagar mas, nos mudamos a uno mas lujoso y mejor situado.
El cambio es un acierto, tenemos el nuevo hotel al borde de Hyde Park, un parque estupendo con buen acceso a metros y autobuses, y sobre todo mucho mas céntrico, lo que nos permite en un paseo aunque sea un poco largo, movernos a todos los puntos interesantes de la ciudad y asi seguir disfrutando de Sydney.
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