CHRISTCHURCH AFTER QUAKE, S. Island

Apenas pasamos una tarde en la ciudad para ver las consecuencias del terremoto, los daños en las calles del centro que es lo que visitamos son importantes sobre todo en los edificios antiguos.






Hay gente paseando por el centro y sacando alguna foto de como ha quedado la ciudad pero lo que mas impresiona es que aun habiendo tanta gente, hay un enorme silencio, es como si estuviéramos en un gigante cementerio donde por respeto nadie sube la voz. Vamos cruzando calles y algunas tienen el acceso cortado por riesgo de que algún cascote caiga sobre la gente o incluso de que algún edificio se derrumbe.



Desde el día del temblor, diferentes ingenieros están evaluando la situación, unos se dedican a recorrer carreteras marcando con pintura de spray las zonas dañadas a reparar o cortando el acceso si ven que el daño ha sido máximo.
Dentro de la ciudad sucede algo parecido pero aquí lo que revisan son los edificios colocando carteles en las entradas indicando la situación del mismo, verde es favorable, daños mínimos sin riesgos para el uso, amarillo seria pendiente de revisar a fondo y mientras tanto se recomienda solo entrar si es imprescindible. Y queda el rojo, en estos momentos en la ciudad hay unas cuantas viviendas derruidas y bastantes mas parcialmente derribadas, algunas el tejado, otras una fachada o quizás solo el porche, pero el rojo es mas o menos una sentencia de muerte. Este cartel será el que acabe con muchisimas viviendas, se habla de 10.000, a derribar en la ciudad.



Cerca de la calle de los museos que hace apenas un par de semanas cruzamos cien veces, somos testigos de uno de esos derribos, una antigua casa de madera marcada con el letrero rojo es derribada en unos minutos por una excavadora, la gente se amontona en silencio, solo un grupo de niños vitorea cada movimiento de la pala, me pregunto si el dueño estará mirando o habrá preferido mantenerse lejos del espectáculo, lejos de ver a su hogar caer en mil pedazos.


Esta ciudad todavía va a tardar mucho en recuperarse, para que resurja de sus cenizas primero debe acabar de caer y para eso queda bastante.


Mientras tanto aparecen signos de esperanza como la torre de una iglesia que se salva cuando la desmontan con mucho cuidado o esa actuacion que pasa a ser gratuita como el unico regalo posible de unos musicos a una ciudad herida.

AKAROA PENINSULA, S. Island

La península de Akaroa empieza a las afueras de Christchurch y se llega a ella a través de una carretera que cruza lagos, montañas y multitud de bahías hasta llegar a Akaroa, que es el pueblo mas importante y mas o menos el final del camino.
Nosotros esquivamos Christchurch ya que no sabemos muy bien como estará, ya que según nos acercábamos hemos seguido viendo carreteras dañadas y casas a medio derribar.

Cruzamos una zona bordeando un lago y poco antes de llegar a Little River unas ráfagas de algún liquido caen sobre el cristal de la furgo obligándome a poner el parabrisas para limpiar los restos amarillentos que no me dejan ver, al principio pensamos que puede haber sido una bandada de pájaros que se haya puesto de acuerdo para mear. Extraño, no? Bueno pues la explicación real es no se si mas extraña pero si mas asquerosa incluso, no eran "meaos", era una plaga de miles de mosquitos que volveremos a cruzarnos cuando volvamos y que son insectos, lo descubrimos cuando detectamos a alguno que no ha muerto espachurrado contra la luna de la furgo y se ha quedado enganchado en el retrovisor. Tras este desagradable encuentro seguimos subiendo y bajando, bordeando lenguas de mar o de tierra según se mire, y finalmente llegamos a destino. Nos encontramos un pueblecito muy cuidado y bastante mas vació de lo que esperábamos para un sitio tan turístico.



Según nos estamos instalando en el parque de caravanas junto al centro del pueblo, oímos una sirena que aunque no es nada mas que un simulacro de Tsunami, nos pone un poco nerviosos después de lo pasado la semana anterior, aun y todo damos una vuelta por las calles y comprobamos que al estar fuera de temporada todo esta a medio gas, sin embargo encontramos un sitio muy agradable para cenar que me sirve la hamburguesa mas grande que he visto en mi vida.



A la mañana siguiente volvemos a bajar al pueblo a desayunar en una Pattiserie donde el pedir el desayuno se convierte en un descalabro ya que una dependienta que no habla bien ingles intenta tomarme el pedido y al final acaba cobrándonos algo que no corresponde con nada y sirviéndonos según reclamamos lo que nos falta y por fascículos, un caos. Sorprende encontrarse este tipo de pastelerías en Nueva Zelanda pero Akaroa fue en sus tiempos un asentamiento francés y de aquellos tiempos conservan la costumbre de llamar a sus calles Rues y poner a sus negocios denominaciones en francés.
Nos encontramos un artista callejero que se ofrece a pintarnos dos retratos y accedemos, y la verdad es que nos saca clavados ;D



Cambiamos el camino de vuelta para no repetir y tomamos un camino paralelo pero por las montañas, es algo mas largo pero ofrece unas vistas impresionantes, el día es perfecto, incluso tenemos un poco de sol que hace que en cada parad nos de pereza el volver a montar.



A lo largo del camino hay diferentes bajadas hacia bahías que dan al mar abierto, elegimos una al azar para hacernos una idea, no es que sea preciosa pero es curioso que un mini-pueblo como ese tenga iglesia y escuela. Durante el ultimo tramo de la vuelta nos adelantan constantemente grupos de motos que vuelven hacia la ciudad, parece ser costumbre el aprovechar el fin de semana para hacer pequeñas salidas en moto y esta carretera parece que se haya hecho para ellas.

Volvemos al camino principal y nos dirigimos a Christchurch entrando a través de la costa, dejamos este remanso de paz para entrar un poco en el infierno.

EAST COAST, S. Island

El camino desde Dunedin hasta Akaroa lo hacemos bastante rápido con apenas un par de paradas importantes, la primera en una reserva para ver pingüinos en la que apenas vemos un par y muy a lo lejos pero en la que tengo un encontronazo con una enorme foca a la que no le entusiasma tenerme tan cerca.



La segunda en Moedaki donde debido a la marea alta casi no podemos ver este fenómeno de la naturaleza totalmente inusual, en un trozo de playa de aproximadamente 100 metros se encuentran concentradas un montón de rocas de aspecto circular, como si fueran esferas perfectas de diferentes tamaños. 




Tenemos que andar esquivando a saltos las olas que cubren la playa en su totalidad y la mayoría de las rocas, pero es suficiente para hacernos una idea. Después visitamos el pueblo y tomamos un desvió hacia el faro, cuando llegamos vemos un camino que lleva hasta una playa donde en teoría habita una colonia de pingüinos, 
bajamos sin mucha fe, y encontramos una caseta desde donde observar cómodamente, al poco vemos uno, luego otro y así hasta seis pingüinos que de una manera pausada buscan refugio en la costa, el proceso de subida es lento muuuuy lento, suben un poco, vuelven a bajar, se tumban, agitan las aletas para secarse, agobian un poco a un león marino que acaba por meterse al mar. 
Cuento cinco pingüinos, cuantos ves tu ??
A ver si en esta sois capaces de ver una liebre huidiza !!



Todo divertido y curioso, y sobre todo viéndolo sin tener la masificación de un tour y de manera improvisada. Cuando estamos subiendo hacia el faro miramos a la izquierda y a apenas un metro tenemos a un pingüino que ya ha llegado a destino, intentamos no molestarle demasiado pero lo cosemos a fotos. 



No se preocupa demasiado y sigue a su aire esperando a que venga su compañero. Segun salimos de la zona nos detenemos en un punto para ver como una foca y un focon se rugen como animales, que curioso. Haciendo otro chiste fácil, ha sido una tarde redonda.Tu-Tu-Pish !!
Cruzamos Oamaru, que es un pueblo con una calle principal llena de edificios con fachadas victorianas y una zona portuaria con locales comerciales instalados en una especie de almacenes de ladrillo pero decorados con mucho gusto y dedicado cada uno a un oficio, incluso se permiten el lujo de meter algún bar con música en directo de por medio. Todo muy cool.




Otra ciudad que se atraviesa es Timaru, y digo ciudad porque con tanto pabellón y zonas comerciales a las afueras tiene toda la pinta de ser el núcleo de toda la provincia. 


Como llevamos buena marcha decidimos tomar una carretera menos directa pero mas pintoresca y que nos acerque un poco mas a las montañas, la carretera no es especialmente interesante pero al menos la aparición de picos nevados alegra un poco la vista, con mar o montaña cerca el conducir siempre es mas ameno. Acercándonos a Canterbury, una zona de obras nos obliga a tomar un desvió, al principio no nos damos cuenta pero enseguida es obvio, un puente se ha derrumbado por el terremoto, vemos también algún monumento derribado y unas cuantas grietas, nos impresiona ver estos daños a tantos kilometros de donde fue el epicentro, pero en dos días veremos cosas que nos marcaran bastante mas.








DUNEDIN & OTAGO PENINSULA, S. Island

Dunedin tiene una de las universidades mas prestigiosas del pais, lo que convierte a esta ciudad en la referencia a nivel de estudios y de algunas artes asociadas a la gente joven, como grupos musicales o diferentes creaciones artísticas.

A nivel turístico solo destacan un par de edificios como la estación de tren que es muy bonita y el octágono, una plaza en la que se concentran museos, bares, cines y gran parte de la gente de la ciudad.

Si algo nos gusto y mucho de Dunedin, fue el Otago Museum un sencillo museo pero tremendamente interesante con tres zonas principales bien diferenciadas, por un lado naturaleza en la que mostraban animales rocas y plantas originarios de NZ, otra en la que se centraba en la cultura de las islas del pacifico Sur y que tenia muestras de grabados, armas, ropas, tatuajes y demás elementos de cada una de estos países y por ultimo una exposición dedicada a la cultura Maorí y que contaba su evolución en la isla desde su llegada del Pacifico y de como se habían ido transformando a lo largo de los años. Brillante y muy recomendable.
Salimos de allí para visitar la península de Otago, que empieza junto al centro de la ciudad y es prácticamente una isla unida a la ciudad por un pequeño trozo de tierra. La carretera que te lleva es espectacular, muy estrecha y pegada al agua, nos coincide marea alta con lo que el efecto es aun mayor, no es que de la sensación, es que realmente las pequeñas olas saltan sobre la carretera y cada vez que se cruzan dos coches cruzas los dedos para que una de tus ruedas no quede en el aire sobre el mar.


Al final de la península hay dos visitas posibles junto a el faro, el Royal Albatros Colón y Penguin Beach. No hacemos ninguno de los dos, el de los Albatros por que ya los hemos visto en otras zonas y el de los pingüinos porque es por la mañana y la hora recomendada es el atardecer.


Lo que si hacemos es estar muchisimo tiempo al borde de los acantilados asomados disfrutando del espectáculo que nos dan los Parekareka o Shags y su defensa de las gaviotas. En una esquina tenemos a estos bonitos pájaros acuáticos que intentan como pueden los machos ir trayendo ramas para construir el nido y comida para alimentar a sus familias y las hembras proteger a sus polluelos, y en la otra esquina tenemos a las demoniacas gaviotas que intentar robar los huevos de los lindos pajaritos, ¿ se me ha notado de que lado estoy ?




Las palomas tienen una merecida mala fama , pero en este viaje los cuervos y las gaviotas han conseguido merecidamente su puesto en el pódium de los pájaros mas odiados.

Los 64 kilometros de vuelta los hacemos por una carretera que cruza la península por el interior ente montañas y que pasa cerca del castillo Larnach, que tampoco visitamos ya que hemos visto castillos mejores y de verdad, no como este que un ricachón construyo para impresionar a su futura esposa europea y no gusto ni siquiera a esta. Tras un largo trecho de camino con bonitas vistas de ambos lados del mar.


Salimos dirección Norte cruzando de nuevo Dunedin, lo que nos da una buena oportunidad de despedirnos intentando subir por la calle urbana mas inclinada del mundo, menudo marrón si se te olvida algo en la compra.......


THE CATLINS, S. Island

Nuestra entrada en la zona de los Catlins fue un combinación de belleza y tensión. 

Primero tengo que decir que llegamos casi al anochecer, ya que ademas de ir tarde, un enorme rebaño de ovejas nos retuvo en la carretera por un buen rato. En cuanto empezamos a recorrer la carretera vimos que aquello no iba a ser un paseo, a los pocos kilometros dejaba de estar asfaltada y pasaba a ser una dura sucesión de curvas y toboganes en los que la furgo bajaba en picado y luego casi no era capaz de subir, ademas tras llegar a Slope Point, que es en realidad el punto mas al sur de NZ, nos quedamos con las ganas ya que el ultimo trozo que es un corto paseo no lo pudimos hacer por estar cerrado por Lambing.
Me explico, muchos de los caminos que habitualmente se usan en NZ para llegar a sitios o para realizar las populares marchas que los montañeros hacen por todo el pais se cruzan parcelas privadas que los dueños utilizan para por ejemplo pastar el ganado y cuando llegan las delicadas fechas en las que nacen los corderitos, las cierran al publico para que los animales puedan parir en paz. 






Tras dejar Slope Point empiezan los nervios, aunque tenemos ante nosotros un atardecer precioso, la luz se escapa a marchas forzadas, la carretera es horrible y lo de buscar un sitio para dormir no esta muy claro, tras un buen rato de conducir en la oscuridad llegamos a un parque de caravanas que parece abandonado, buscamos mas sitios pero no hay ninguno, así que volvemos al parque y una nota dice que uses las instalaciones y luego dejes el dinero en la caja de la honestidad, curioso, y curioso es tan bien el aviso de que andes con cuidado a las noches ya que los leones marinos suelen subir y ocupar las plazas, y no les gusta que les molesten. Con cuidado y un linterna de juguete, vamos a la caravana, nos encerramos y esperamos a que llegue la mañana siguiente y podamos ver algo de la zona.

Con la luz del día y sin señal de vida de los leones marinos salimos del camping, después de pagar !! y nos acercamos a Curio Bay donde en marea baja puedes ver un bosque petrificado de la época jurásica, y no, no hay ningún dinosaurio a la vista. Es curioso como la madera de los arboles fosilizados se diferencia perfectamente de la roca permitiendo ver incluso los nudos de la madera. Entre los curiosos vemos una pareja con la que coincidiremos varias veces en los próximos días y un pingüino de ojos amarillos muy juguetón que se dedica a nadar a lo lejos en una piscina de agua que han formado en la roca las enormes olas que vemos, 
en el mismo punto se puede ver un pequeño cañón formado en la roca donde el mar aprovecha para dejar todo tipo de algas en cada golpe. Salimos pitando para llegar a tiempo a Cathedral Cove una enorme cueva formada en el mar y que solo se puede visitar en marea baja. Cuando llegamos un cartel nos indica que esta cerrado el acceso, esta vez no por lambing sino por las mareas vivas. 





Ante el fracaso, cambiamos el plan y hacemos el camino hasta las McLean Falls, unas cataratas que tienen la curiosidad de que muy poca gente las ve. No es que estén ocultas, el problema es que 100 metros antes encuentras otras bastante bonitas y el camino parece acabarse por lo que la gente se da la vuelta, si continuas un poco mas en un camino lleno de barro llegas a las autenticas que te permiten subir hasta casi su base trepando por la resbaladiza roca.
FALSAS CATARATAS:


AUTENTICAS CATARATAS:


Por el camino hacemos una parada en un mirador sobre una playa de arena perfecta muy distinta a todas las demás


y luego seguimos por los Catlins a través de caminos sin asfaltar y tremendamente estrechos que atraviesan algún pueblo pintoresco 


y que dan acceso a bahías preciosas como Cannibal Bay en la que encontramos cientos de caparazones de Swimming Crabs vacíos pero ni rastro de sus curiosas pinzas que utilizan para nadar. 



También visitamos Nugget Point, una cala cercan a un faro en la que es habitual el avistamiento de pingüinos, aunque la hora no es la mas adecuada vemos a un par de ellos que salen del mar para buscar refugio en tierra donde pasaran la noche en sus madrigueras construidas entre la hierba.
Si algo se puede decir de esta zona es que para conocerla a fondo debes venir preparado y con tiempo ya que no es un territorio con demasiadas comodidades, apenas tiene sitios para comer o dormir en invierno y las cortas distancias se pueden hacer eternas a través de las carreteras sin asfaltar, y a pesar de todo esto debo admitir que merece mucho la pena descubrir esta pequeña joya que parece que por ahora se escapa de los recorridos mas habituales.