COSTA NORESTE, S. Island

Tras evaluar las diferentes opciones, decidimos alquilar una autocaravana, para recorrer la isla sur de Nueva Zelanda, en un principio pensábamos alquilar para probar una pequeña durante unos pocos días y acabamos saliendo de la empresa de alquiler con un monstruo de 7 metros para 17 días, coherentes no somos.


Afortunadamente nada mas salir de Christchurch, vemos la primera y mas clara diferencia entre Tasmania y NZ, aquí la carreteras son excelentes, no quiero ni imaginar el intentar mover esta mole entre las mil curvas de cada puerto Tasmano. La segunda diferencia aparece también enseguida, las playas de arena fina, aquí en NZ se han convertido en playas de piedras o de arena negra. El efecto visual es impactante, sobre todo si la primera visión la obtienes un día en el que el mar esta totalmente revuelto con grandes olas en un agua de color gris oscuro. Seguimos hacia el norte cruzando algún pueblo, sin demasiadas casas y con muchos de sus negocios cerrados.
Cogemos un desvió y hacemos una parada en Gore Bay cerca de Cheviot, las vistas son impresionantes, en primer plano nos encontramos unas paredes de roca cortada y al fondo aparece una playa cubierta de piedras redondeadas de diferentes colores en las que la marea y las tormentas han dejado abandonadas cientos de maderas, ramas e incluso arboles enteros.
Dejamos por un rato la costa y aprovechamos el restaurante de un motel abierto para cenar, las raciones son enormes y el precio muy ajustado, parece que el tema de la comida no va a ser un problema aquí, ni por precio ni por calidad.
Acabamos nuestro primer día de caravaneros durmiendo en un parque al borde del mar, donde por el ruido parece que casi nos salpiquen las olas.
Al despertar hace frío pero se confirma que el paisaje que habíamos intuido la noche anterior compensa. Las olas rompen contra las rocas a apenas unos metros de donde hemos aparcado, aunque el día esta gris se puede ver a lo lejos kilometros de costa salpicada de pequeñas bahías en las que el mar entra con fuerza y por el otro lado una cordillera de montañas nevadas.



En un rato llegamos a Kaikoura y nos animamos a hacer un tour para ver ballenas. Esta perfectamente montado, y aunque resulta un éxito, ya que vemos dos ballenas enormes, con chorro y cola elevada al sumergirse incluidas, nos deja una sensación extraña. En cierto modo recuerda a un concierto de música en el que no puedes quejarte de a calidad ni del montaje pero al que le falta corazón, he oído U2? Me acuerdo de Valdez y de como aunque había pasado el tiempo previsto para el tour, el capitán lo alargo casi tres horas para que viéramos ballenas y pudiéramos entrar en una bahía llena de icebergs. 
También en Kaikoura damos un paseo rodeando la costa que en algunos puntos esta formada por rocas fileteadas por la fuerza del mar y masas enormes de algas de todo tipo, algunas parecen de plastico por su dureza y otras son como collares de cuentas, pero de lo que se trata es de ver una colonia de focas, al principio solo vemos un par de crías jugando en una poza, así que continuamos andando hasta que se pone peligroso ya que en cualquier momento empezara a subir la marea y lo cubrirá todo de agua. Volviendo a por la caravana, vemos que justo al lado del parking pero en la dirección contraria a la que habíamos ido, están todas las focas de la colonia. Las encontramos tranquilamente tumbadas al sol, a escasos metros de los coches, sin hacer nada mas que dar vueltas sobre si mismas y rugir a algún fotógrafo aficionado que se acerca mas de la cuenta.
Dejamos atrás el pueblo y seguimos por la carretera que va totalmente pegada al agua, la lluvia nos respeta pero apenas hay sol, lo que si que hay es cada poco tiempo un mirador para ver el océano o las muchas focas que están reposando entre las rocas.

Tras disfrutar de las vistas durante un largo trecho toca seguir la carretera por el interior a traves de zonas completamente inundadas de viñedos hasta Blenheim que es una ciudad de mayor tamaño pero absolutamente anodina que dejaremos de lado para llegar cuanto antes a nuestro destino: Marlborough Sounds.

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